3. Pedraza, Sepúlveda y las Hoces del rio Duratón

Lugares de interés: muralla, románico, segoviano, cordero, alimoches, águilas reales, buitres leonados.

Arropada por bosques de sabinas y encinares, en lo alto de un cerro, se dibuja altiva la silueta de Pedraza de la Sierra. Villa señorial y nobiliaria, amurallada y empedrada, aún deja vislumbrar en su conjunto urbano el olor y sabor de la Edad Media.

Traspasar la única puerta de sus murallas invita a viajar a los tiempos de esplendor de la Villa, aquellos en los que la lana de las ovejas merinas exportada al norte de Europa, permitió a sus gentes acumular riqueza y levantar casonas y palacios dignos de ser admirados; su plaza porticada, capricho castellano donde los haya, sus iglesias y su castillo, denotan hoy en día una indudable seña de identidad.

  

Visitar Pedraza durante los dos primeros sábados del mes de julio, será un placer para los sentidos, contemplando el conjunto medieval, iluminado únicamente con velas.

Encajonada entre los cerros de Somosierra y La Picota, Sepúlveda nos muestra su belleza en lo alto. Siete puertas en su muralla con sus siete llaves, dan paso a la esencia medieval del fastuoso conjunto histórico, en el que las empinadas torres de sus iglesias nos recuerdan que aquí nació el románico segoviano.  Aguas abajo de Sepúlveda, el Parque Natural de las “Hoces del río Duratón”, nos mostrará naturaleza en estado puro; vegetación autóctona, buitres leonados, alimoches, águilas reales…. campearán a su antojo y en libertad, en este singular paraje, en el que el arte, la historia, la arqueología y el fenómeno natural se conjugan de manera especial.

Una parada en el camino para reponer fuerzas nos obligará a adentrarnos en uno de los tan prestigiosos figones de la zona, para degustar un buen cordero asado de la tierra.